Mente Fría (EDITORIAL)

Han pasado 24 horas del enfrentamiento por la Libertadores, un tiempo más que prudente para dejar enfriar las cosas y poder analizarlas con la cabeza clara y despejada. No se trata de repartir palo y palo porque es muy fácil hablar con el diario del lunes, pero hay cosas que no pueden suceder. Peñarol es demasiado grande como para darse el lujo de cosechar una derrota de esta índole y figurar en todos los portales internacionales como la víctima de una goleada estrepitosa. La época oscura del club ha desaparecido, quedó sepultada, y un resultado de esta magnitud nos duele y mucho.

Se cometieron varios errores en cuanto al encare de este partido. Desde el momento que se viajaba a Quito las declaraciones daban a entender como que perder era un resultado más que probable. Está bien, no vamos a descubrir nada diciendo que Liga en su casa se hace muy fuerte, pero Peñarol es demasiado grande como para manejar ese tipo de declaraciones. No pretendemos que nos ilusionen con que iban a traer los 3 puntos, pero como se pide mesura cuando llega un partido que a priori es bastante fácil, también pedimos la misma mesura ante encuentros dificilísimos, nada está dicho antes de que se juegue.

En cuanto al planteo del partido, estaba visto que se iba a dar de esa manera. Un Peñarol replegado en zona defensiva y tratando de buscar en algún contragolpe la picardía de Martinuccio o la potencia de Guevgeozián para marcar un tanto. Sin embargo ser defensivos no implica poner dos líneas de 4 que prácticamente no salgan del ¼ de cancha que debe defender el equipo. No era una locura adelantar las líneas unos metros y tratar de presionar más adelante, pero claro está, esto lo decimos ahora que ya vimos el partido. Era bastante evidente que nos iban a pelotear de afuera del área, y a los 22 minutos, un remate de media distancia que no fue bloqueado trajo como consecuencia el primer gol. De todas formas, siempre existe una cuota de suerte en este deporte. ¿Qué hubiese sucedido si el cabezazo de Martinuccio, el tropezón de Guevgeozián o el remate en el travesaño de Aguiar terminaban en el arco ecuatoriano? No lo sabemos y nunca lo sabremos, pero la historia podría haber sido otra, y tal vez no estaríamos escribiendo esto. Lo que queda claro es que la postura de Peñarol en la cancha era una invitación a la goleada.

No estamos dudando de los conocimientos médicos del Dr. Rienzi y su equipo de trabajo, pero repasando los resultados de Peñarol en la última década en la altura, nos lleva a suponer que algo mal se está haciendo. Aclaramos que no se está poniendo en cuestión la calidad de médico de ningún profesional que trabaje en el club, pero tal vez las estrategias empleadas no sean las más adecuadas, vaya uno a saber. En los últimos años hemos sufrido goleadas catastróficas cuando hemos salido del llano. Basta con recordar el 5 a 2 ante Bolivar en La Paz o el 6 a 1 ante Potosí a más de 4.000 metros. Volvemos a repetir, Peñarol es demasiado grande como para tener que sufrir derrotas de esta magnitud.

Lo positivo de todo esto es que nuestras chances están intactas y somos el ÚNICO equipo que deberá jugar sus dos últimos partidos de local. Si bien la diferencia de goles ha decaído, obteniendo las 2 victorias en casa por 1 a 0 nos alcanza para pasar a la siguiente fase, sin depender de otros resultados. El 31 de marzo los jugadores tienen la responsabilidad y obligación de levantar esta imagen, y demostrarle al continente que el GIGANTE DE AMÉRICA tuvo un gran tropezón pero está más vivo que nunca, y con ganas de levantar el trofeo que más lo identifica, La Copa Libertadores de América.

Por último, siempre tenemos algo para ellos. Aprovechan este tipo de derrotas para salir a cacarear, y como se dice vulgarmente y con el perdón de la expresión, gozar con pija ajena. No se tienen que olvidar que tienen dos puntos menos que nosotros con la misma cantidad de partidos jugados, perdieron de locales desilusionando a su propio público, se jactan de haber llevado 5 mil personas a La Paternal cuando el propio portal argentino arroja las cifras de 3.000 populares más 50 plateas (devolvieron 1500 + 1600) y lo más triste de todo, hicieron una “fiesta” en el Obelisco con mil personas cuando Bs As se deslumbró ante 5 mil almas amarillas y negras que invadieron la ciudad.

Nosotros no somos malos, no les deseamos lo peor. Ojalá que clasifiquen y tengan la mala suerte de cruzarse con nosotros en 8vos de final.

Peñarol es grande y se va a levantar.